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El paisaje como un discurso I
Colonialidad (a través) de la naturaleza
Intervención en el ERRE-4 Master, un dispositivo ambulante por las calles de Bogotá y carreteras de Colombia.
Tela 100% algodón crudo tinturada a mano con pino y eucalipto
Blanqueamiento natural con luz solar en proceso
100 x 55cm cada tela
Publicación masiva
Proyecto de investigación y creación desarrollado durante el programa “Habitando la anarquía. Honoris causa” de El Validadero Artístico Internacional.
Desde la introducción, imposición y modificación de especies agrícolas – el alimento –, hasta el uso de árboles foráneos para la transformación de espacios naturales, creación de zonas verdes, reforestación y “renaturalización” de parques, cerros y calles, la naturaleza ha sido un arma constante de colonización. La naturaleza, que se piensa como antagónica a la sociedad, a lo civilizatorio y a lo político, se ha instrumentalizado como un potente agente que configura y reafirma estructuras de dominación, sometimiento y explotación de territorios y poblaciones. Una dinámica interiorizada e imperceptible que tiene sus raíces propiamente en la conquista y posterior colonización de Abya Yala desde 1492.
Lo que ha dejado la colonización, que se piensa histórica y concluida, es la colonialidad del poder, del saber y del ser, que coloniza los imaginarios de los dominados permitiendo construir unas subjetividades individuales inferiores. Estas subjetividades, que están marcadas por una inferioridad inducida frente al otro (los colonos→Europa→Norte Global), han facultado procesos de denigración de todo lo perteneciente a los territorios y a las poblaciones colonizadas. La biodiversidad es un gran ejemplo de esta dinámica que históricamente ha sido inferiorizada y descartada. Es así como se han dado procesos de introducción de especies no nativas que definen y restringen la naturaleza, el paisaje y los aspectos identitarios de las poblaciones. Especies que son valoradas casi en exclusivo por su lugar de procedencia más que por sus capacidades o propiedades.
En Bogotá esta dinámica ha estado muy presente y se evidencia en parques, calles y cerros que están poblados por pinos, eucaliptos, cipreses y demás especies foráneas procedentes del Norte Global. Estos árboles son emblema y cargan con un simbolismo tanto en la “élite bogotana” como en el imaginario popular y son parte fundamental de la cultura y de la identidad. En el caso de los cerros orientales de Bogotá, la introducción de pinos y eucaliptos obedeció a procesos de reforestación de finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX para mejorar el ecosistema, que estaba en un grave estado de degradación debido a la explotación desmedida de sus recursos. Como el historiador Luis Miguel Jiménez lo menciona en su trabajo “Unas montañas al servicio de Bogotá: imaginarios de naturaleza en la reforestación de los cerros orientales, 1899-1924”, la escogencia por parte de científicos, ingenieros y políticos de la época para reforestar los cerros parecía estar guiada por el lugar de proveniencia de estas especies. La inclinación por el uso del pino, como menciona Jiménez, estuvo mediada, sobre todo, por el hecho de que venía de Suiza y del norte, más que por los servicios naturales y ecosistémicos que podía proveer esta especie.
Este caso, sobre la reforestación de los cerros orientales, es un ejemplo de los numerosos que hay en donde se manifiesta una colonialidad (a través) de la naturaleza. Las nociones e imaginarios de naturaleza de la élite bogotana de esa época – a la que pertenecían los científicos, los ingenieros y los políticos que tomaron las decisiones sobre los cerros – estaba influida, en su totalidad, por la noción de naturaleza del “mundo civilizado”, es decir, de Norteamérica y de Europa y es poca la duda de que lo que se buscaba era traer la naturaleza de estas regiones para asemejar la del trópico (primitiva, no civilizada, inferiorizada, según estos imaginarios) a la del norte.
Ahora bien, estos imaginarios resultantes de la colonialidad del ser (término ampliamente desarrollado en los estudios decoloniales), todavía se siguen materializando en decisiones y prioridades de los ciudadanos y de los gobiernos – tanto locales, regionales y nacional – que imposibilitan verdaderas discusiones y soluciones a los desafíos actuales como lo es la crisis socioambiental y climática, que, no sin razón, ha sido resultado de un sistema global impuesto con sus raíces en los procesos de colonización europeas, el mercantilismo que allí se posibilita y que a su vez resultó en el sistema capital, neoliberal.
Publicación de divulgación masiva entregada por el ERRE-4 Master por toda la ciudad de Bogotá y los caminos que recorrió durante la exposición.
Landscape as a discourse.
Coloniality through nature
Artistic intervention in the ERRE-4 Master (itinerant device)
Row cotton dyed with eucalyptus and cypress with messages
Natural bleaching with sunlight
Fanzine
2022
From the introduction, imposition and modification of agricultural species – food -, to the use of foreign trees for the transformation of natural spaces, creation of green areas, reforestation and “renaturalization” of parks, hills and streets, nature has been a constant tool of colonization. Nature, which is thought of as antagonistic to society, civilization and politics, has been instrumentalized as a powerful agent that configures and reaffirms structures of domination, submission and exploitation of territories and populations. An internalized and imperceptible dynamic that has its roots in the conquest and subsequent colonization of Abya Yala since 1492.
What colonization has left, which is thought to be historical and concluded, is the coloniality of power, knowledge and being, which colonizes the imaginary of the dominated, allowing the construction of inferior individual subjectivities. These subjectivities, which are marked by an induced inferiority compared to the other (the colonists →Europe → Global North), have empowered processes of denigration of everything belonging to the colonized territories and populations. Biodiversity is a great example of this dynamic that has historically been inferior and discarded. This is how there have been processes of introduction of non-native species that define and restrict nature, landscape and the identity aspects of the populations. Species that are valued almost exclusively for their place of origin rather than for their abilities or properties.
In Bogotá this dynamic has been very present and is evident in parks, streets and hills that are populated by pines, eucalyptus, cypresses and other foreign species from the Global North. These trees are emblematic and carry a symbolism both in the elite and in the popular imagination and are a fundamental part of culture and identity. In the case of the eastern hills of Bogotá, the introduction of pines and eucalyptus was due to reforestation processes at the end of the 19th century and the first decades of the 20th century to improve the ecosystem, which was in a serious state of degradation due to excessive exploitation of their resources. As the historian Luis Miguel Jiménez mentions in his work ” Unas montañas al servicio de Bogotá: imaginarios de naturaleza en la reforestación de los cerros orientales, 1899-1924″, the choice by scientists, engineers and politicians of the time to reforest the hills seemed to be guided by the place of origin of these species. The inclination to use the pine, as Jiménez mentions, was mediated, above all, by the fact that it came from Switzerland and the North, rather than by the natural and ecosystem services that this species could provide.
This case, about the reforestation of the eastern hills, is an example of many that exist where a coloniality is manifested through nature. The notions and imaginaries of nature of the Bogota elite of that time – to which the scientists, engineers and politicians who made decisions about the hills belonged – were influenced, in its entirety, by the notion of nature of the “civilized world”, that is, from North America and Europe and there is little doubt that what was sought was to bring the nature of these regions to resemble that of the tropics (primitive, uncivilized, denigrated, according to these imaginaries) to that of the north.
These imaginaries resulting from the coloniality of being (a term widely developed in decolonial studies), are still materializing in decisions and priorities of citizens and governments – local, regional and national – that make true discussions and solutions impossible to current challenges such as the socio-environmental and climate crisis, which, not without reason, has been the result of a global system imposed with its roots in the European colonization processes, the mercantilism that is made possible there and that in turn resulted in the capitalist and neoliberal system.