El paisaje como un discurso II

Segunda parte de El paisaje como un discurso I

Tela 100% algodón crudo tinturada a mano con achiote, pino y eucalipto

posterior blanqueamiento natural con luz solar

160 x 220 cm 

Publicación masiva 

 

Proyecto en el marco de la exhibición “Cuando el río suena, piedras lleva…” bajo la curaduría de Federico Daza en el 46 Salón Nacional de Artistas – Inaudito Magdalena 2022 

 

Fotografía: Camila Malaver Garzón

 

El Magdalena, al ser la principal vía de acceso y ruta de incursión al continente y lugar de producción de gran porcentaje de la economía nacional,  es la cuenca con más  alteraciones socioambientales. Los graves problemas ambientales que aquejan al río p. ej.  erosión, desforestación, exceso de sedimentos, reducción del volumen pesquero, entre otros, han implicado modificaciones drásticas en las dinámicas de relacionamiento entre las poblaciones que habitan el territorio y el río, lo que a su vez ha supuesto transformaciones en las estructuras económicas, culturales, sociales, ecológicas y políticas en  detrimento de las poblaciones y el ambiente y en beneficio de la producción y acumulación del capital. La imposición de un tipo de desarrollo adopta la violencia, la exclusión y el despojo como mecanismos que, aparentemente y a ojos externos, es invisible en el paisaje.

El paisaje como un discurso es una serie de reflexiones en torno a algunas nociones dominantes coloniales sobre la naturaleza y lo natural que siguen imperado en los imaginarios locales, nacionales y globales. Busca traer a discusión las formas en cómo, desde el discurso global, se  asume la naturaleza como un objeto pasivo, externo y opuesto a la cultura, la sociedad, lo civilizatorio y lo político. Y cómo, desde este mismo discurso, la naturaleza o aspectos culturales, biológicos y ecológicos constituyentes a ella se han empleado como instrumentos de poder para jerarquizar y marginalizar poblaciones y territorios y disponerlos para su mercantilización en detrimento de múltiples y diversos paradigmas.

Desde la introducción, imposición y modificación de especies agrícolas – el alimento –, hasta el uso de especies foráneos para la transformación de espacios naturales,  creación de zonas verdes, reforestación y  “renaturalización” de paisajes, parques, cerros, calles, caminos y carreteras, la naturaleza ha sido un arma constante de colonización. La naturaleza se ha instrumentalizado como un potente agente que  configura y reafirma estructuras de dominación, sometimiento y explotación de territorios y poblaciones.

Lo que ha dejado la colonización, asumida histórica y concluida, es la colonialidad del poder, del saber y del ser que coloniza los imaginarios de los dominados permitiendo/ construir subjetividades individuales inferiores. Estas subjetividades, que están marcadas por una inferioridad inducida frente al otro, han facultado procesos de denigración a todo lo perteneciente a los territorios y a las poblaciones colonizadas. Denigración insertada en jerarquías que buscan modificar y transformar lo denigrado, apropiarlo y hacerlo útil.

El sistema-mundo actual funciona bajo esta lógica colonial-capital-neoliberal que despoja, apropia y modifica para mercantilizar y acumular todo lo que todavía no está dentro de sus límites. El extractivismo agrario, de minerales y de hidrocarburos es  el modus operandi por excelencia. La megaminería, las plantaciones de monocultivos de organismos genéticamente modificados,  las grandes centrales hidroeléctricas, entre otras actividades, son mecanismos del funcionamiento de este sistema que impone paisajes de lo absurdo, paisajes del despojo[1].

Este proyecto invita a ver, entender, cuestionar y reflexionar sobre los paisajes cultunaturales  que se han borrado, transformado, blanqueado, colonizado y resultado de procesos de dominación, despojo, violencia e imposición que han asumido la naturaleza a partir de su mercantilización.

 

[1] El término “paisajes del despojo” lo uso en referencia a la propuesta e investigaciones de Diana Ojeda, geógrafa feminista y ecóloga política. Ver: Los paisajes del despojo: propuestas para un análisis desde las reconfiguraciones socioespaciales (Ojeda, 2016)